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Assassin’s Creed IV Black Flag: ¿sin cadenas o sin rumbo?

La cuarta entrega de la eterna saga de Ubisoft cambia en muchos aspectos, aparentemente.

«Las aventuras y desventuras de Edward Kenway, el pirata» sería un buen título para este Assassin’s Creed al que le han puesto el cuatro en números romanos, aunque en esta saga los números que llevan detrás los títulos poco importen a estas alturas. Nos encontramos ante una apuesta de Ubisoft que parece arriesgada, parece acertada y parece divertida, el problema es que sólo lo parece. No me malinterpretéis, Assassin’s Creed IV Black Flag es un juego notable, con unos valores de producción indiscutibles, una ambientación magnífica, una banda sonora potente, unos gráficos que siguen sorprendiendo y una jugabilidad bien testada.

El problema es que no sabemos ante qué juego estamos, no es un Assassin’s Creed al uso, aunque en gran parte parece un mod del tercero, no es un juego de piratas al 100%, pues en gran parte de la trama estamos siendo asesinos del credo; es un juego que ha roto todas sus cadenas y se ha liberado de muchas de sus conocidas ataduras, aunque como no se ha marcado un rumbo claro, navega entre dos aguas. Es un juego indeciso que tanto a nivel de narrativa como de jugabilidad nos pone en dos papeles muy distintos que parecen tener que conjugar en la personalidad de su protagonista, pero que hace aguas cuando lo intenta. Es un juego muy ambicioso que ha perdido el norte. En definitiva, Assassin’s Creed IV Black Flag es la representación perfecta del triple A actual.

assassins creed iv black flag pc screenshot 03

Capitán, ¿hacia dónde nos dirigimos?

“A donde el viento nos lleve”. No es una frase de Black Flag y tampoco tendría mucho sentido que lo fuese, si bien en otros juegos que han usado la navegación el viento era un factor clave (por razones tan obvias que es mejor no discutir del tema), en este tenemos en todo momento a Neptuno soplando hacia donde nos dirijamos. Controlar el barco es una tarea tan sencilla que a la larga se hace pesada por tediosa y poco emocionante. El juego nos pone a los mandos de un buque durante la mayor parte de su desarrollo y en vez de tomar una identidad propia y romper las cadenas del control de la saga, los adapta al mismo simplificándolos en exceso.

assassins creed iv black flag pirate
No os dejéis engañar, navegar en tormenta incluso en plena batalla naval es mucho menos emocionante de lo que muestra este gif.

Si la escalada y el parkour en Assassin’s Creed nunca han supuesto una tarea de especial habilidad (y sí, es algo que se puede hacer desde Mirror’s Edge sin problema), la navegación en Black Flag es exactamente igual. De hecho es aún más sencilla, ya que en los viajes en línea recta más largos puedes dedicarte a soltar el mando y dedicarte a tus tareas. Afortunadamente, como debieron ser conscientes de lo tedioso que resultaba a la larga pilotar de forma tan sencilla, pusieron la opción del teletransporte.

Pero no todo se queda ahí, el juego se atreve a crear un enorme mundo en sandbox (exceptuando las islas más grandes que cargan aparte) y lo llena de… venga, estamos ante Ubisoft, sabéis de sobra que usarán para rellenar este mundo… ¡Coleccionables sin valor! Viaja hasta una remota isla durante diez minutos para conseguir uno de los 200 cofres o fragmentos del Animus que te dan objetos de nula utilidad y logros. Bueno miento, en algunas ocasiones contenían planos que servían para mejorar el barco. La cuestión es que Assassin’s Creed IV Black Flag anima a explorar a través de sus centenares de coleccionables pero la experiencia de recogerlos es más tediosa que nunca. Las islas más pequeñas son los micro-escenarios menos interesantes de la historia de los videojuegos y encima aparecen ya por defecto en el mapa, no hay ni que explorar, los encontrarás siempre.

Guionista, ¿hacia dónde ponemos rumbo?

“A donde el viento nos lleve”, sí voy a abusar un poco de esta frase. Si en la jugabilidad tenemos a Black Flag diseñado como un Assassin’s Creed de mundo abierto con barcos que no sabe si es un juego de piratas u otro Assassin’s más, en la narrativa tenemos exactamente el mismo axioma. El guionista nos habla de amor, de honor, de libertad, de orden y no nos cuenta nada en ninguno de estos aspectos. Sólo en el final es capaz de aprovechar esos personajes con más o menos carisma para ofrecernos una visión de la “redención” muy personal. Pese a todo el argumento da más bandazos que un bote de pesca en una tormenta y nunca reconocemos a Edward Kenway por sus acciones, puesto que salta entre objetivos sin ton ni son y su arco argumental principal con el que nos lo habían presentado se pierde entre las olas.

assassins creed iv black flag assassin

Edward Kenway es como un niño mimado, se supone que viene de clase baja y se hace pirata para obtener un futuro mejor. Pero todo son riñas infantiles que no llevan a ninguna parte enmascaradas en otras historias. Sin embargo esta vez los personajes que acompañan al protagonista en su aventura tienen bastante más interés de lo habitual, en especial los personajes femeninos. Y también consiguen algo muy positivo, hacer que el jugador llegue a tener arraigo en ellos, pese a que los verá poco y en situaciones que siempre se sienten fuera de lugar.

¿La libertad es buena?

Asssassin’s Creed IV Black Flag tiene algunas misiones muy memorables y su recta final es de las mejores de esta saga que, precisamente en sus finales suele fallar estrepitosamente. Consigue divertir y emocionar de forma simple y sencilla, sin demasiada pomposidad, bueno, a excepción de los clásicos momentos de la saga en la que la parte de “ciencia ficción/fantasía” rompe toda coherencia, cohesión e inmersión. Pero lo que queda claro con este Assassin’s Creed es que en los momentos de menor libertad, es decir, en las misiones, su diseño funciona mucho mejor, incluso hay algunos retos interesantes para la navegación en esas misiones pese a que la extrema sencillez de la misma pareciera impedirlo.

Es bien curioso porque toda esa libertad de la que habla el juego es lo menos importante en su funcionamiento. En la parte de mundo abierto Black Flag es incapaz de generar ningún interés por sí mismo. El diseño del mapeado es contrario a la exploración y su integración jugable más (al fin y al cabo todos los secretos y coleccionables se desvelan siempre en el mapa como ya he indicado antes), la variedad del paisajees casi nula y ni siquiera se han atrevido a crear en el escenario los clásicos enigmas indescifrables como esos a los que Rockstar nos tiene acostumbrado.

mapa de Black Flag

Tras una obra como Red Dead Redemption, el esfuerzo por generar un mundo vivo y orgánico del resto de compañías se suele antojar escaso. En este caso la sensación es aún más acusada, ya que en este enorme mar no vemos en ningún momento barcos pesqueros, comerciantes ni tantos otros personajes que podrían poblar el mar ofreciendo coherencia y una inmersión especial.

De hecho se siente como que haberse centrado en la tripulación hubiese servido para que al abordar otros barcos sus muertes fuesen algo más que una simple estadística del HUD. Ahondar en esas relaciones hubiese dado pie a ofrecer una aventura más cercana, como sucede con las caravanas de The Banner Saga o con los compañeros de Fallout New Vegas. Poner más énfasis en eso que en la falsa evolución del barco (sí, se hace más resistente y sus cañones más fuertes, pero son pura estadística encorsetada en el propio diseño de los enemigos) o que en otros aspectos que poco aportan, hubiese servido para crear una experiencia única, arriesgada y especial.

La Black Flag del futuro de Ubisoft

ballena en assasins creed iv black flag

Pero que podemos esperar de una empresa que al fin y al cabo sólo tiene un rumbo fijo, soplar hacia donde el dinero lo hace. Es curioso porque la “malvada” empresa de entretenimiento detrás del nuevo Animus se parece mucho a la productora montando de un material que sería increíble culturalmente a muchos niveles, películas de acción sin más. Por cierto, en el fondo, el sandbox del juego en sí es igual al del mundo “presente”, un cúmulo de estancias sin interés llenas de coleccionables con aún menos interés. Una pena que una obra que tiene tanto trabajo detrás no pase de ser entretenida y no entienda que ser un pirata es una experiencia anárquica que merecía dar una mayor libertad al jugador para ser “malo”. Podrían haber tomado algún rumbo, pero no sabían si estaban creando un juego de aventuras con piratas o la cuarta entrega de Assassin’s Creed. Al final Black Flag es y no es lo que quiere ser.

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