El sexto juego de 2024 ha sido una aventura narrativa muy divertida, basada en ofrecer personajes con mucha personalidad y situaciones absurdas con las que irradia muchísimo humor. The Frog Detective es una de esas experiencias cortas, pero con suficiente entidad como para quedar en la memoria.
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Una rana y una lupa
Lo primero que hace The Frog Detective es mostrarte lo sencillas que son las interacciones de su mundo, puedes caminar y puedes interactuar con cosas concretas, fin. No hay una gestión de inventario, no hay opciones de diálogo que sirvan para algo más que para aumentar la información disponible, no hay carreras contrarreloj, no hay una exploración compleja, no hay mezcla de objetos, nada de eso. Por ello el juego nada entre la aventura conversacional, la aventura gráfica y el walking simulator, sin pertenecer realmente a ninguno de los tres.
Y es algo que está muy bien, porque es como una serie de tiras cómicas, o un cuento, no busca tener el peso, profundidad y densidad de una novela, es solo un divertimento para el autor y para el jugador.
Tras un primer diálogo en el que ya se suceden respuestas sinsentido y conocemos la actitud de la rana protagonista y del inspector, se nos obliga a coger un objeto clave, la lupa. Es clave solo por simbolismo, llevar esa lupa convierte a la rana en un detective, en ningún otro aspecto es clave, especialmente en el jugable en el que no aporta nada.
Sí, la lupa, una herramienta que obligan al jugador a usar no tiene ninguna función en el juego. Y sí, esto es muy importante para el jugador y para el juego, puesto que demuestra con una mecánica que el absurdo y los tópicos van a formar parte de los chistes escritos, visuales y jugables. Lo mejor de todo, es que la lupa se puede activar y ofrece un divertido efecto visual, un pequeño zoom que deforma y curva lo que se encuentra detrás del cristal. Otra declaración de intenciones.
Islas embrujadas, brujas invisibles y sombreros del salvaje oeste
Las tres aventuras o capítulos de este juego son historias en esencia autoconclusivas, aunque hacen uso de running gags y menciones a sucesos anteriores, lo que ocurre en cada capítulo es una aventura de investigación muy corta y con una conclusión especialmente disparatada.
En la primera, nuestro primerizo agente se enfrentará a los sonidos fantasmales de una isla habitada por una sola persona. En la siguiente, visitará un apacible pueblo en medio de un lúgubre bosque en el que la fiesta de bienvenida de una bruja invisible que se ha mudado al mismo es destrozada. Finalmente, la historia tiene un épico cierre de varios actos en una historia de traiciones y redenciones propias del mejor western.
A pesar de los chascarrillos más infantiles, de las respuestas más incongruentes y de lo obvio que resultan los supuestos misterios, el juego consigue despertar interés. No es Shakespeare, ni tampoco es Monty Python, pero alguna que otra carcajada vas a soltar al hablar con los personajes o en los momentos en los que derrumban la cuarta pared para aconsejarte no hacer alguna de las estupideces mostradas. La variedad de temáticas y el funcionamiento episódico facilitan no cansar dando vueltas a lo mismo, saltando de chiste a chiste aprovechando esta variedad.
The Frog Detective, una pequeña aventura muy recomendable
Lo que queda de The Frog Detective es una aventura en tres episodios que hace gala del mejor humor absurdo para ofrecer una experiencia divertida, sencilla y corta. Es un juego ideal para entretenerse y divertirse sin buscar retos ni tramas complejas con las que pensar.