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Las reglas cosmológicas o porqué Rompe Ralph es la mejor película sobre videojuegos

Cada vez que el cine ha tratado de adaptar una de las amadas obras de nuestros videojuegos nos hemos encontrado con grandes decepciones o filmes entretenidos que no captaban la esencia. Desde la infame Super Mario Bros de los 90, pasando por las infumables películas de Uwe Boll hasta la correcta Prince of Persia, o las entretenidas, pero poco fieles a su material base Sonic, la película y Super Mario Bros: La película ninguna de estas películas ha entendido el medio previo del que trataban de adaptar una historia al suyo.

Incluso otras obras que generaban un debate en torno al videojuego como Existenz, tampoco eran realmente conscientes de lo que supone un videojuego. Todo esto sucedió hasta una de las más acertadas apuestas de Disney, Rompe Ralph, que con aires renovados fue capaz de generar todo un universo en un guión genial. Pero ¿qué entendieron los guionistas de esta película animada a la hora de escribirla?

Rompe Ralph y su uso de las reglas cosmológicas

En todo juego el jugador aprende y lo que aprende son las reglas cosmológicas en las que se enmarca su interacción, ya sean las sencillas reglas de un parchís o la complejidad extrema de Civilization en su plenitud. Los tutoriales sirven precisamente para que el jugador aprenda en qué consiste el juego y cuáles son sus posibilidades, por ello los diseños que dependen de constantes botones contextuales o QTEs suelen ser malos videojuegos, porque no son capaces de entender que la interacción la crea el jugador, no el guión preestablecido.

En el caso de las películas, en su afán por crear giros de guión nunca han sido capaces de mostrar en representaciones de videojuegos una idea sólida de juego. Y es que estas reglas, las reglas cosmológicas, son básicas para entender el medio.

Rompe Ralph lo comprende y se mantiene fiel a estas mismas reglas, siendo capaz de generar los giros de guión en base a la mezcla de mundos/videojuegos que se dan en la película y provocando una sorpresa en el espectador que no se basa en hacer trampas. Es tan fiel a las mismas reglas que las aprovecha a su favor generando una serie de historias paralelas que se mezclan en un final apoteósico.

Es incluso divertido ver como todo encaja perfectamente, como si en vez de un guión hubiesen escrito líneas de código de un buen programa. Esta película de animación es un gran ejemplo del mundo de los videojuegos que merece ser revisionada y aprovechada, puesto que es el mejor homenaje que han realizado de nuestro medio favorito en el cine y va a ser difícil ver algo mejor.

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