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Rivales o cómo transmitir sensualidad en todo momento

Seguro que igual que a mí, a muchos de los que vamos a menudo al cine nos llamó la atención como durante casi todo 2023 era habitual ver un tráiler de Rivales, la última obra de Luca Guadagnino. Lo que se mostraba en el mismo no era indicador de lo que a uno le espera en esta vorágine de energía deportiva y sexual, y es que Luca consigue derrochar vigor en todos y cada uno de los planos.

Un partido de tenis con el espectador

Lo que Luca hace en esta película no es contar una simple historia del clásico triángulo amoroso de dos chicos que van tras la misma chica, ni sobre rivalidad en el tenis, es sobre el poder. Un poder que cambia de manos, como en un partido de tenis, al pasar la pelota en manos de uno u otro jugador. Esto Luca lo aprovecha con el ya clásico montaje de in media res, dándonos desde el principio lo que nos espera en el final.

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Pero lo importante no es ello, lo importante no es si la vuelta de tuerca sobre el triángulo amoroso incluye la bisexualidad de los protagonistas masculinos (que seamos sinceros, en Hollywood sigue siendo un tema muy poco visto). Aquí lo que importa es quién da el golpe, quién controla al resto de personajes, la situación y va a marcar su punto.

Un punto que también busca marcar el director al espectador a través de sencillos y certeros saltos temporales que marcan este cambio de poderes durante el partido que es toda la película. Por eso recurre al in media res, por eso todo gira entorno a los tres protagonistas y el peso inicial de Zendaya que casi parece un trofeo cambia constantemente.

Rivales es pura sensualidad

Lo mejor de Luca es que sabe hacer una dirección muy dinámica, al estilo de Fincher en los 90 o de Danny Boyle, dándonos en ocasiones una cámara nerviosa, capaz de mostrar los planos más imposibles. Pero no es gratuito, no es solo una intención efectista y estilística sin más, lo que hace Luca es mostrar cuando es necesario, toda la energía que mueve a los personajes durante un partido.

Comiéndole el churro

Pero no nos engañemos por esos momentos con tanto brío, porque lo mejor de este director es su capacidad por hacer que los actores en su gestualidad, en sus miradas, en sus posturas, destilen sensualidad en todo momento. Una sensualidad que brilla incluso en los momentos más frágiles de los personajes, precisamente por el juego de poder que existe entre ellos constantemente.

Los tres actores están fantásticos en su papel y entienden perfectamente cual era la intención del director y se nota. Se mueven con soltura en una película que con otro casting podría ser un fracaso absoluto, ya que están obligados a demostrar su atractivo sin resultar por ello morbosos. Es un tour de forcé muy complejo que todo el equipo consigue resolver sin caer fuera del área de juego.

Energía, muchísima energía

Lo mejor de esta película es toda esa energía que transmite. La del partido, la del triángulo, la de los saltos temporales y la de un trabajo estético increíble. Luca es capaz de sorprender en su final con un partido en el que no hay un solo plano repetitivo, la cámara se traslada constantemente a vistas que parecían imposibles, generando aún más nervio en el espectador que solo puede esperar como se va a resolver esa situación.

Y la resolución me parece una maravilla, muy atrevida, muy lógica y que además nos hace gritar, casi literalmente, con Zendaya por ver como ese gran partido, este buen tenis o este buen cine, se resuelve con un clímax orgásmico como pocos, sin una pizca de sexo, pero si con esa sensualidad que no para de impregnar toda la cinta.

Josh OConnor in Challengers

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