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Ya en cines 2024: #2 Los que se quedan. Nostalgia bien entendida

Alexander Payne es uno de esos directores que consigue visibilidad cada vez que lanza una de sus películas, arrasa con algún premio y queda en la memoria de quiénes disfrutan de sus obras. The Holdovers o Los que se quedan es otra vez una pequeña gran lección de maestría y al mismo tiempo de humildad, siendo además un ejercicio de nostalgia muy bien conseguido.

Los que se quedan, también merecen disfrutar de la Navidad

Esta es una película sobre personajes huérfanos. Ninguno de ellos pierde a sus padres, pero todos ellos están lejos de tener figuras como las paternas y maternas en su entorno. Es una historia de personas solitarias, no por decisión propia, sino por el mundo agresivo, individualista y poco empático en el que se mueven.

No es sorpresa de nadie que la elección de un colegio internado privado funcione tan bien en esta trama, no solo porque facilita mucho el ardid narrativo principal, también porque acaba definiendo las clases sociales y sus relaciones entre sí. El clasismo y el abandono, temas simbióticos que aquí se explotan con mucha sutileza.

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Aunque, al fin y al cabo, estamos ante una película navideña, un filme dedicado a estos tópicos tan propios de estas temporadas: la familia, el hogar, el descubrimiento, la empatía, los regalos, el ambiente cordial… Por ello Los que se quedan, aunque sea un relato mucho más duro y áspero de lo que promete, también saca a relucir que la familia es algo ajeno a la sangre y que conocer profundamente a otra persona, consigue que cambies a mejor. Dos argumentos muy manidos, sí, pero a su vez humanos y universales, y en momentos como los actuales, necesarios.

Porque sí, todo el mundo merece disfrutar de la Navidad, incluso los chicos rebeldes que abusan de su posición social o los profesores odiosos que no dejan pasar ni una y les importa entre poco y nada la felicidad de sus alumnos. Todo el mundo merece una segunda oportunidad y un poco de humanidad. Y quizás sea a través de este espíritu navideño, no del comercial, de los regalos y de las luces, sino del más compasivo y solidario, que podemos superarnos como personas, porque al final la cura está en el colectivo.

los que se quedan cena navidena

Los que se quedan, son aquellos que solo necesitan un empujón, algo que solo pueden comprender entre ellos. Por eso que coincidan en esa escuela y se queden solos en Navidad, especialmente cuando ya solo son tres personajes, funciona como un reloj. Hay una escena clave de la película que ocurre cuando un personaje descubre los medicamentos que toma otro, un giro relevante en su imagen mental del otro, que sirve para igualarlo a sí mismo.

Por desgracia, la rebeldía en toda estructura jerárquica requiere de sacrificios que arrasarán con parte de las esperanzas generadas. Pero nada importa cuando al menos has tenido la Navidad que necesitabas, la de los que se quedan.

Y nada de todo el peso narrativo que hay en la melancolía y nostalgia de los personajes sería posible de mostrar sin la excelente labor del elenco de la película, todo el casting es un logro en sí mismo. Lo que consigue Giamatti con un personaje tan antipático, es increíble, pero no lo podría ser sin el contrapunto de Dominic Sessa y el apoyo de Da'Vine.

Universal e hija de su tiempo

No solo a nivel narrativo la película juega con esa sensación de abandono personal, también lo es temporal. La nostalgia de otra vida, de la persona desaparecida, de un pasado mejor impregna a todos estos huérfanos de presente. Y esa nostalgia también los guía en su vida, negándoles la capacidad por superar el trauma. ¿Cómo vas a centrarte en el presente si tu pasado es mejor? Es la pregunta que claramente guía a los protagonistas de esta historia.

Y por ello la película también reflexiona a través de sus formas, tanto en el aspecto más visual, con una fantástica fotografía que emula a la perfección el estilo de la época. Es una delicia disfrutar de una imagen tan física, con grano, defectos como la aberración cromática y una iluminación casi quemada en exteriores. Uno de los mejores trabajos de posproducción que se hayan visto para este efecto.

Y es que The Holdovers no tiene reparo alguno en trasladarnos a principios de los 70. Maneja con maestría las menciones a la cultura pop y política de la época, sin abusar de las mismas, para ubicar perfectamente ciertos aspectos definitorios de sus personajes. Nos ubica rápidamente para contratar más con lo desubicados y solitarios que están los protagonistas.

Una oda a la nostalgia

Pero lo más importante, es que esta obra es una gran oda a la nostalgia, una nostalgia bien entendida. No una en la que todo simplemente era mejor, algo más simple, es una nostalgia sobre los restos de ese pasado, de las personas que nos han dejado o de las esperanzas que desaparecieron tras un error. La nostalgia de algo que no podemos recuperar, por eso tiene más peso todavía que toda la historia gire en torno a superar la nostalgia.

También por todo ello es maravilloso que se desmitifique la nostalgia de forma narrativa y verbal a través del choque generacional entre el profesor y el alumno, con una cita tan maravillosa como la siguiente:

There's nothing new in human experience, Mr. Tully. Each generation thinks it invented debauchery or suffering or rebellion, but man's every impulse and appetite from the disgusting to the sublime is on display right here all around you. So, before you dismiss something as boring or irrelevant, remember, if you truly want to understand the present or yourself, you must begin in the past. You see, history is not simply the study of the past. It is an explanation of the present.

Paul Hunham

La mirada al pasado para desmitificar las revoluciones del presente, para entender a todas las generaciones y para comprender que la nostalgia solo es un mecanismo más de nuestra memoria.

Los que se quedan es un ejemplo de cine magnífico, capaz de contar mucho sin apenas verbalizarlo, capaz de darle la vuelta a una historia montada sobre clichés para ahondar en la psique de los personajes y del espectador y de bombardear la nostalgia y el espíritu navideño para acabar abrazándolo en su estado más simple y verdadero.

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