El doceavo juego del año ha sido uno de mis favoritos de consolas portátiles, Loco Roco, que tuve la necesidad de volver a jugarlo esta vez en la Steam Deck. Grato acierto el de volver a acercarme a uno de los plataformas más sencillos y divertidos que se han hecho jamás. Una estética colorida e infantil y una jugabilidad directa hacen de este un gran juego que mejoró mucho en su secuela.
Índice
Los plataformas son para el verano
Si una cosa destaca de la mayoría de los juegos de plataformas es un carácter bastante más jovial que el de la mayoría de géneros. Por supuesto que hay excepciones, pero la norma suele ser la de un producto que o tiene un enfoque infantil y familiar o más nostálgico. Esta propuesta no es la excepción, al contrario, puede que se trate del ejemplo que más abraza el concepto de estética infantil y alegre.

Colores muy saturados y brillantes, una banda sonora alegre en todos y cada uno de sus temas y niveles plagados de elementos llenos de vida y color hacen que sea probablemente el juego más colorido que existe. Gracias a este ambiente tan alegre, se convierte de un plataformas sencillito a una experiencia que anima el día a cualquiera.
Los niños como protagonistas colectivos
Lo mejor de todo es que toda la estética y su sonido están firmemente ligados a la idea central sobre la que rota todo el juego: los niños como colectivo. Sí, puede que me pase de conceptual, me importa bien poco cuando jugando solo veo un grupo de niños que va juntándose para ser más fuerte y grande en grupo y jugar mejor.
Los niños, en un formato simplificado, son los absolutos protagonistas de este juego. Ellos son la base de la banda sonora, compuesta de canciones cantadas por coros infantiles, se mueven como un único ser o divididos en varios que están en un mundo que parece ser un gigantesco parque infantil ambientado en diferentes lugares. Ellos se juntan en un ser y se dividen para aprovechar su pequeño tamaño en el que entrar con recovecos.
Su diversión, su alegría no es solo propia del juego, también se contagia a otros personajes que gracias a sus canciones mejoran su actitud o despiertan de una siesta. En definitiva, es un juego de niños, en todos los sentidos posibles.

LocoRoco me hace feliz
Así, por resumir. Es un juego que me alegra en cada pequeña partida en la que dejarme llevar por su alegre música, sus coloridos escenarios y sus niveles llenos de pequeños secretos fáciles de encontrar. ¿Es a veces demasiado fácil? Sí. ¿Su dependencia de las físicas a veces genera situaciones injustas? Sí. ¿Te aporta paz mental esta propuesta? Muchísimo. Eso es lo que es y debe ser, y por eso no hay asperezas reales en su propuesta.
Solo quiere trasladarnos a lo que es jugar en un parque infantil, disfrutar de sus toboganes, de los saltos e incluso de los balancines. Cosas que están en muchos, muchos otros juegos de plataformas, pero solo en este se sienten como este espacio en el que éramos tan felices solo por movernos por el mismo y simular nuestras grandes aventuras llenas de exploración. Por eso me hace feliz y estoy seguro de que hace feliz a cualquiera que lo pruebe si se acerca al mismo sin esperar que lo reten, aquí se viene a juga como un niño, o más bien, como un grupo de niños.
Mi recomendación es que juguéis a este juego sin esperar nada más que una obra divertida, alegre, jovial e infantil que os dibujará una sonrisa.