Kimetsu no Yaiba es un anime, un shonen para ser algo más exactos, que bebe de todos los tópicos del género para engrandecerlos, homenajearlos y cortar la cabeza a muchos de sus demonios como el exceso de explicaciones, el explicar al espectador de cada técnica o los combates alargados hasta la extenuación. En este sentido se consigue un shonen al uso que a su vez es mucho más ágil de lo esperado. Lo curioso de esta temporada en particular, es que aquello que en las anteriores se solventaba en un par de capítulos, aquí se convierte en el centro de la trama: el entrenamiento.
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El entrenamiento, un acertado McGuffin
Una de las primeras cosas que me llamó la atención de la primera temporada de Kimetsu no Yaiba es que el entrenamiento era solo una excusa, una parada mínima de solo un par de capítulos. Acostumbrado a este género uno se espera, cuando se presenta el primer atisbo de un arco de entrenamiento sabe que se enfrenta fácilmente a una docena de capítulos dedicados a sobreexponer todo aquello que hace tan especial las habilidades que trata de conseguir el protagonista.
Afortunadamente, no era así, hasta esta quinta temporada en el que el entrenamiento es el gran protagonista. La vuelta de tuerca es que este no es más que una excusa, el McGuffin de turno para hacer avanzar y madurar a sus personajes y para presentar a los nuevos, ya que estamos ante una serie más coral que nunca.

Los pilares deben enfrentarse a un entrenamiento extra y entrenar a todos los cazademonios a su vez para estar preparados ante el gran enfrentamiento final. Es obvio que se trata de una temporada de transición y por ello es importante aprovechar este tiempo de verdad para ahondar en las relaciones interpersonales de los protagonistas, sus motivaciones y darnos a conocer los pilares, eje central de lo que serán los combates que nos esperan en un final que se prevé frenético.
El entrenamiento que tanto podría haber servido como simple relleno, es una excusa. A través de los diferentes maestros, que son estos pilares elementales, cada capítulo genera su propia subtrama. El guión, a pesar de su uso constante de arquetipos, sigue consiguiendo atrapar en su sencillez al exagerar y dar mucha personalidad a cada personaje, haciendo que sus tópicos nos pasen inadvertidos para crear unos arcos muy disfrutables que se permiten ir directos al grano.
Además, como es un placer ver la animación durante los combates en esta serie, la variedad de formas de entenderlo y los diseños tan peculiares de los protagonistas aumentan este placer.
Kimetsu no Yaiba es placer audiovisual
Y no, no se trata de un placer culpable. Uno debe estar orgulloso de ver que en un género en el que parece que ya está todo hecho, alguien ha entrado para reutilizar las bases y construir algo aún más frenético y divertido. Desde unas animaciones de alto nivel, pasando por sus potentes voces, los increíbles fondos y el uso más que correcto del 3D para generar movimientos de cámara acordes a la acción, Kimetsu no Yaiba vuelve a demostrar porque está en la cumbre de la popularidad del anime actual.

Y esto en lo visual, en lo sonoro sigue con una fantástica Banda Sonora Original de Go Shiina que, al igual que la serie, toma la base de la música tradicional japonesa y la amplifica, la exagera, la alza a los cielos de la orquestación para sacar algunos de los temas más potentes que han salido de Japón. Y ojo que es mucho decir que entre los compositores japoneses se encuentran bestias como Yoko Kanno, Nobuo Uematsu, Joe Hisaishi, Ryuichi Sakamoto y el puto* Akira Yamoka, entre otros.
Por ambas partes Guardianes de la Noche se convierte en un placer audiovisual, algo que sigue cumpliendo con creces en esta temporada sobre entrenamiento.
La exageración llega al clímax
No voy a destripar nada del apoteósico final que abre la puerta a terminar la serie, pero sí que es necesario comentar que al final del penúltimo capítulo y principio del siguiente le dan una épica máxima a un “simple” paseo. Toda esa exageración audiovisual de la que hablaba en estos minutos llega a su culmen, es el principio del final, la anunciación del apocalipsis, el estruendo de Jottünberg moviendo todo el océano. Un personaje clave que llega por fin a su objetivo y cuyo caminar es tan amenazante como el humo de un volcán, así es como el equipo de Ufotable lo muestra.
Así que solo queda una cosa por decir, no puedo esperar a la siguiente parte, necesitamos ese arco que resolverá de una vez por todas esta eterna batalla de humanos y demonios. Guardianes, preparad vuestra respiración, puede que en breve toque luchar hasta el último aliento.
