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Ya en cines 2024: #4 Dune Parte 2, convertir lo imposible en algo físico

Dune parte 2 es un prodigio para el cine palomitero actual y no solo porque un autor como Denis Villeneuve, con una clara obsesión por los planos estéticos y contemplativos, esté teniendo éxito a nivel de público, también porque la apuesta narrativa va muy por delante de la espectacular. Y ojo, no es que esta obra deje de lado las escenas grandilocuentes, pero siempre quedan supeditadas a la narración, algo que a veces las lastra un poco.

Dune parte 2 es cine de aventuras

Dune parte 2 es, antes que nada, cine de aventuras, una odisea espacial al estilo de otras que han precedido a la película–, que no a los libros–, como la ya monumental saga Star Wars. Denis ha sido muy inteligente al adaptar una obra densa y a veces dispersa, concentrando toda la historia en un protagonista claro y en un antagonista aún más evidente, abriendo solo las tramas que facilitan entender todo lo que rodea a Paul Atreides. Las intrigas políticas se aligeran, las revelaciones religiosas se supeditan a las maquinaciones de su madre y todo el aspecto contradictorio respecto a esa civilización tan avanzada tecnológicamente y tan feudal, se muestra, sin explicaciones.

Por ello todo se centra en la narración, en una aventura colosal que contrapone el destino buscado y provocado de Paul al deseo violento, irascible y frustrado de los Harkonnen. El contraste entre ambos, que en la primera parte quedaba supeditado al conflicto que da origen a toda esta historia, en esta segunda parte es una contraposición. Es la lucha de lo que parece el bien contra lo que es un mal claro. Y eso facilita la comprensión de toda la historia que rodea a los personajes, porque lo que importa son sus hazañas y su conflicto.

La construcción del mesías

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A pesar de esa fuerza narrativa clara, Denis no pierde la ocasión de plantar la semilla de lo que seguirá a esta película. La narración se simplifica, pero no pierde la oportunidad de ir expandiendo los horizontes de la espiritualidad. La figura del mesías es central en esta historia, a pesar de que será en la próxima parte (gracias a Dios ya anunciada) donde tendrá el impacto real. Aquí lo interesante es la construcción de esta figura.

Constantemente se pone en duda que alguien pueda ser ese elegido, el resultado de profecías y leyendas que tienen la obligación de hacerse realidad. El mesías o el elegido una figura muy habitual en el relato del héroe, es una de las obsesiones de la saga que definió el cine del cambio de siglo: Matrix. Aquí consigue darle muchas más vueltas en un solo filme, dedicando la mitad del libreto a soltar dudas del protagonista y de su entorno, frente al plan de una madre presa del fundamentalismo religioso.

¿El mesías es algo que existe de verdad? ¿Es solo una profecía autocumplida? ¿Puede alguien enfrentarse a la corrupción de tamaño poder? ¿Cuántas presiones provocan la creación de este? ¿Qué peso tiene el relato en la creación de este mito? Todo ello se responde en esta colosal obra, demostrando el poder de Villeneuve para tratar temas complejos y suponiendo una vuelta de tuerca a conceptos que ya centró en el debate de la ciencia ficción en la maravillosa secuela de Blade Runner.

Convertir lo extraño e imposible en algo completamente físico

Y es en la vertiente más espiritual que esta adaptación consigue lo imposible, hacer visible y físico todo aquello que pertenece al aspecto más metafísico del extraño universo creado por Herbert. Todas esas reflexiones sobre la figura del mesías y su creación solo pueden aparecer y entrar en debate gracias a las pausas en las que los sueños, visiones y rituales toman la pantalla y arrastran al espectador a lo más profundo de Dune, a un lugar asfixiante lleno de malos augurios y de dolor. No es baladí que el proceso repita en más de una ocasión la necesidad de acercarse a la muerte, incluso de sumergirse en sus heladas y oscuras aguas.

Dune también hace posible naturalizar procesos que se sienten extremadamente extraños. Las fuerzas fascistas consiguen tomar el color de una forma tan literal en el planeta de los Harkonnen que casi parece que se trate de un tramo rodado en blanco y negro. Algo que sumado a una excelente fotografía que lleva a los límites las iluminaciones y las sombras, genera una atmósfera tan clara y blanquecina como asfixiante.

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Una representación de la capacidad de estas ideologías de penetrar en todos los aspectos del entorno y que Villeneuve aprovecha de lleno, sin explicaciones científicas o mágicas (que las hay), para que el espectador solo tenga que centrarse en las sensaciones y sentimientos, en esa narrativa de aventuras en la que bañeras de negra densidad, figuras fuertes pero sin contrastes por su falta de pelo y una sensación de violencia que ahoga parte del sonido en una visión industrial y pesada del autoritarismo.

El espectador inteligente

Todo ello es posible porque Dune parte 2 no trata al espectador como un idiota, no es condescendiente con él, aunque tampoco le obliga a tener en su mente una infinidad de referentes previos. Considera su inteligencia en todo momento para aprovechar la capacidad universal de comprender un relato, de empatizar y de abrirse a los relatos, para hacer unos de los gritos más dolorosos contra el colonialismo.

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Gracias Villeneuve por seguir adelante con tu estilo, por creernos pacientes e inteligentes, sin tampoco recurrir a la pomposidad y la pedantería. Gracias por adaptar una obra que todo el mundo consideraba una tarea imposible, por demostrar la versatilidad pictórica del desierto, por abrir debates sobre una de las bases del cine de masas, invitándolas en el proceso.

Gracias en general por Dune, por una saga que esperemos que pueda seguir llenando las salas con la potencia sonora y fílmica que ha demostrado hasta ahora. Y espero que las próximas puedan demostrar la capacidad que se adivina al final de esta segunda parte de empezar a generar una épica. Estaré impaciente por ver al rebelde mesías convertirse en una figura teológica que forma parte del poder, en otra de esas denuncias de Frank Herbert que tan necesarias son hoy en día.

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