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Ya en Cines 2024: #5 Civil War, una reflexión sobre la imparcialidad

Una de las películas más taquilleras y sonadas de este año fue Civil War, la propuesta más arriesgada y de mayor presupuesto de A24, la gran productora del cine de autor estadounidense de los últimos años. Esta película partía de una base imponente, Estados Unidos se encuentra sumida en una guerra civil y el bando rebelde está a punto de llegar a la capital. Sin embargo, la propuesta de Alex Garland no es una película bélica al uso, ni una denuncia, es una reflexión sobre el papel de los medios en una situación tan compleja como visceral.

Una película sobre el relato bélico

Un gran acierto de Civil War es evitar ser otra película bélica más, tanto en aquellas dedicadas a engrandecer los valores militares como las que se centran solo en los horrores que sufren los civiles que se encuentran en medio del conflicto, o los traumas que provocan sus situaciones límites incluso a los combatientes. Aquí todo se centra en lo que ocurre cuando la guerra, el horror y el impacto es la base del trabajo de una persona que debe relatar lo que sucede, ya sea con palabras o con imágenes, como es el caso con el grupo de fotoperiodistas.

¿Qué ocurre cuando tu papel es verlo todo? ¿Capturarlo de la forma más clara, pero también más estéticamente agradable o impactante? ¿Es humano actuar como un simple observador incluso en el momento en el que alguien pide ayuda? Son las dudas éticas que todos hemos conocido y hasta debatido al ver fotografías como la del niño desnutrido rodeado de buitres o barcos de migrantes hundiéndose.

Imagen de Civil War con uno de los periodistas gritando de rabia, detrás suyo pasan soldados armados y un tanque.

Sin embargo, la película va más allá de esto, puesto que sus protagonistas, incluyendo a una reportera ociosa y novata, aceptan rápidamente cuál es su papel y cuál es su poder en estas situaciones. Una vez superamos eso como espectadores, vemos la cara más oscura de las ambiciones de los personajes, su capacidad no por sobreponerse a estos horrores, sino también a superar peligros y muertes solo por una imagen, por la gloria.

Y es que en realidad estamos ante el ego y su efecto negativo en el periodismo

Y es en este punto en el que la película brilla, cuando decide hacer personal el conflicto global, por ello no importa cómo ni cuándo empezó todo, ni los bandos. Lo único que importa es el espacio entre la vida y la muerte, el enfrentarse a lo peor, a propósito, porque el ego y la superación empujan a ello.

Hasta sus propias vidas dejan de tener cierta relevancia si pueden sacar la imagen que querían, con una conclusión dolorosa, egoísta e inhumana que lo resume todo. Se ponen en riesgo constantemente para conseguir esa imagen que los glorifique.

Lo que acaba moviendo a los personajes durante toda esta road movie es conseguir su historia y su fotografía, no hay una colaboración real, no hay un interés mutuo. Es una competición de la que niegan formar parte.

¿Civil War es estética frívola?

 No, aquí trata de mostrar el relato de una forma un tanto fría, llegando a usar su estética y un sentido musical muy de videoclip para confrontar esos horrores. Algunos la acusarán de frivolizar, pero este papel estético suele usarse como descanso, como poso sobre el que dejar al espectador algo bonito con el que regodearse en lo peor que ha sufrido unos segundos antes. No hay espacio para el drama, porque esto es como ver las noticias en televisión para acto seguido tener un programa de entretenimiento.

Si frivoliza, no lo hace más que todos nosotros como sociedad, y quizás ese sea el punto, poner un espejo frente a todos. El espejo en el que reflejar a quiénes luchan sin importar las razones de una guerra, de los que quieren contar el relato, pero no trasladar su verdadero drama, de los que podemos ver un genocidio en directo con total normalidad. Por ello Civil War usa su estética de forma continuada, convirtiendo algunas escenas de guerra en un espectáculo visual porque parece ser la única manera en la que atraer la vista de todos.

Imagen de Civil War con una reportera sentada descansando frente a una pared con pintarrajeadas de colores vivos mientras frente a ella caminan dos soldados con armas empujando a otros con las cabezas cubiertas por tela negra y con las manos atadas a la espalda.

Y es por todo ello, que los momentos en los que las dos fotoperiodistas hacen sus fotografías en blanco y negro, consiguen destacar tanto, consiguen que solo durante ese segundo que aparecen capturadas, se hagan más duras y potentes. Porque la idea de Alex Garland es darnos esos estímulos que contrastan con el resto de lo que rueda. Por ello también trata de que empaticemos con el grupo, poniéndolos en un par de situaciones de especial tensión, para entender mejor que quién cuenta el relato, no puede escapar del mismo. Y por ello es imposible que sus ambiciones y sus puntos de vista no permeen sus imágenes, y por ello la estética es importante, incluso en el horror.

Y Civil War es estética, es relato, es un espejo de la sociedad y del periodismo. No es una película vacía en ningún sentido, pero a veces toma estrategias de vaciado de contenido para provocar un contraste mayor, para obligar al espectador a reflexionar, para que cuando debería sentir que está descansando de la escena más tensa y/o terrorífica, le siga chocando porque lo que ve, es demasiado bonito como para no recordarlo de nuevo.

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