Confidencial (Black Bag) es la última película de Steven Soderbergh, una aproximación al thriller de espías desde un ámbito mucho más íntimo y recogido a la que nos tiene acostumbrados esta temática (y podéis comprobar que veo muchas cosas de esta temática). El director decide hablar de la confianza, las mentiras, las dobles intenciones y las maquinaciones propias del subgénero desde el punto de vista de un grupo de compañeros que están emparejados entre sí. Esta pequeña maraña de relaciones es la excusa con la que hablar de la seducción y el poder de la mentira y de las dificultades por confiar en un entorno tan hostil con la transparencia.
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Un Soderbergh muy Soderbergh
Hay directores (y sus equipos, un día os hablaré más profundamente de este tema) que dan una impronta personal y distintiva a sus obras. Soderbergh es uno de ellos, no significa por ello que sea un gran autor o que sus películas tengan mayor calidad por esto. Para nada, Steven tiene muchos trabajos que se cualifican como mediocres, pero lo que nunca falla en todas ellas es que tienen su impronta.
Black Bag puede que sea la película con más estilo propio de todas las que ha hecho, aunque no use en esta ocasión pantallas divididas, trabaja más la propia edición con un efecto casi igual en las escenas de mayor tensión en las que los planos duran medio instante. Los personajes además son más estilosos, estirados y soberbios que nunca, quitándose de encima la simpatía de la saga Ocean’s o los dramas de otras para centrarse en gente poderosa que genera una extraña atracción.
Y es que Steven sabe muy bien como gestionar el tema de la seducción, sin resultar tan sexys como las obras de Guadagnino ni tan pornográfico como John Cameron Mitchell, Soderbergh sabe cuando dar una pátina de poder, cuando pedir al hierático actor que muestre un gesto o cuando acercar la cámara tanto que casi sintamos su aliento.
La atracción del poder
Todos los personajes de Black Bag sienten una fuerte atracción por el poder, todos ellos lo usan en sus relaciones personales y laborales. La fuerza que puedan demostrar hacia otros y una total falta de aprecio es lo que mueve todas las subtramas de la película. Jóvenes atraídas por hombres mayores, relaciones sexuales entre terapeuta y paciente, la constante ida y venida de la magnética pareja protagonista... Todo se siente como una constante lucha de poder que es lo que los atrae a todos siempre al mismo punto.
De hecho, estas relaciones se van reequilibrando y cambiando, mostrando lo naturalizada que está la infidelidad en un entorno como el de los espías, tan basado en la mentira, el engaño y las infiltraciones. Con los únicos que realmente no ocurre es con Kathryn y George, la pareja que controla realmente todo lo que ocurre en su espacio de la agencia. Es algo notable durante toda la película y sobre todo en las dos escenas clave que son las cenas en su casa.

Su espacio, sus reglas, siempre controlan la situación, es justo cuando algo va en su contra que reconocen al momento qué es lo que ocurre. La única pareja que no se traiciona entre sí, la única que antepone de forma sincera su vínculo antes que la agencia o el país. Sin embargo demuestran que en su caso es una falsa dicotomía, puesto que el poder que poseen, ese que tanto magnetiza al resto de personajes, es su forma de defenderse y de defender sus ideales.
La seducción de la mentira
Puede parecer repetitivo este aspecto, pero aquí hablamos de otra seducción, no se trata tanto de su aspecto más sensual, es el valor que da por su poder. El engaño seduce sobre todo al que engaña y no tanto al engañado. Le hace creerse en una posición de más poder, aunque en realidad es un engaño que se da a sí mismo.
Por eso la mentira en esta película va de la mano con los personajes más fuertes solo en apariencia, que demuestran en un par de ocasiones su clara debilidad. Uno de ellos lo hace en un momento clave, comiendo un plato muy especial japonés (ilegal en medio mundo) en lo que solo demuestra ser un alarde, un “yo puedo”.
La mentira seduce al que no tiene el auténtico poder, al que no puede confiar porque es el primero que rompe esa confianza. Mientras los personajes de Fassbender y Blanchett se cuentan casi todo, o se dan pistas entre sí sobre el tema, el resto danza constantemente en un mar de falsedades auto-atribuidas. Los puntos débiles de la cadena que mantiene el funcionamiento de la agencia, y de la pareja, están en esta mentira.

Black Bag, confidencial no es lo mismo que opaco
Si bien Black Bag, correctamente traducido como confidencial, es una excusa para no mostrar la transparencia absoluta, un uso abusivo del mismo es lo que abre la puerta a una gestión horrible de la mentira y por tanto de la propia agencia. Al final todo forma parte de un reflejo de la sociedad a través del funcionamiento de esta organización.
Esto es algo que los protagonistas reconocen y descubren en un momento clave de la película, tras haber sido todos engañados. Lo confidencial no debe ser excusa para un exceso de opacidad, ya que es lo que fomenta el uso de la mentira que pone en peligro a todo el sistema. Necesitamos confianza, aunque sea en el círculo más cercano e íntimo, para poder funcionar.