
En Barcelona hemos visto como el mismo alcalde que en sus dos legislaturas en la oposición criticaba cualquier gran obra que tocase una avenida o que sirviera para especular, ha hecho exactamente lo mismo. La plaza de Les Glòries Catalanes ha pasado por un nuevo concurso que acabará con un proyecto calcado al ya presentado por Hereu y que ya está en preparación. La Diagonal ha pasado el ancho del paseo a las aceras (una obra más acertada que otras, también ocurre), se cerró un par de meses la Ronda de Sant Pau para… para… bueno sigue exactamente igual, excepto la pintura y el asfalto nuevos. En la Maquinista han dado el pelotazo urbanístico y la nueva zona de lujo de la Marina del Port Vell fue investigada por la Oficina Antifraude de Cataluña, algo que nadie se esperaría.
Pero como aquí hemos venido a hablar de mi libro, me centraré en cómo la mitad de estas obras que hablan de hacer más accesible y cómoda la ciudad, esconden en realidad la siempre interesada e imperiosa necesidad de mimar a los conductores, así que empezaré con el mejor ejemplo posible, el Pla Paral·lel.
Por si hace falta situar a alguien, Paral·lel es una de las avenidas más importantes de Barcelona y con más tráfico. Esta une Plaza España con la Plaza de les Drassanes (Atarazanas) y a su vez es frontera de 3 distritos y 3 barrios: Eixample/Sant Antoni, Sants-Montjuic/Poble Sec, Ciutat Vella/Raval. Esta avenida cuenta con la friolera de 9 carriles para los vehículos que se dividen en 2 de aparcamiento, uno a cada lado, 2 carriles bus de ancho especial, 2 carriles de circulación en cada sentido y un carril-bici de doble sentido. Aparte de eso hay unas aceras más o menos generosas que al final han acabado siendo engullidas por terrazas de tamaño indecente.
Entonces empecemos a hablar de la obra realizada en esta zona. Anteriormente había un problema en el cruce con las calles de Eixample-Sant Antoni resuelto de forma poco segura. En ese lado estaba el carril-bici y unas plazitas que quedaban rodeadas por el tráfico. Esto molestaba mucho a los vehículos, ya que en esos cruces había al menos dos semáforos para cruzar y los ciclistas veían la luz verde al mismo tiempo que los vehículos que fueran a girar. La solución pasó por dos fases, dejarlo todo de nuevo igual (misma acera, mismo número de carriles) y cambiar un par de cosillas:
La primera era transformar esas plazitas en otras plazitas, pero dejando un solo espacio para coches, una buena idea mal ejecutada porque estas plazas son plazas duras. Esto de que sean plazas duras es aún más doloroso si pensamos que la avenida se llama Paral·lel porque está encima de un paralelo y justo están en el lado norte, con lo que dan al sur y no van a recibir una sombra en todo el día. Fantástica manera de asfixiar a los peatones. Pero lo peor no era este detalle (que además las asociaciones de vecinos sospechan que se han hecho para poner aún más terrazas), lo peor era ver la solución tomada con los ciclistas; aislarlos.
Sí, lo mejor que se puede hacer para animar a ir en bici por la ciudad es crear un carril bici de doble sentido (con el ancho justo) en medio de los 8 carriles de tráfico. De esta manera el ciclista queda aislado, indefenso y además le obligamos a mezclarse con los peatones en los pocos pasos que se han dejado. Ahora mismo hay partes de la avenida en la que hay que andar entre 150 y 200 m hasta poder cruzarla. Si su propósito era que pareciera aún más una autopista, les felicito por ello, lo han conseguido.
Ahora las bicis ya no molestan a los vehículos que van a girar, ni siquiera los peatones molestan mucho con la disminución de los pasos para los mismos. ¿Necesitas cruzar para llegar a alguna de las pequeñas calles del Poble Sec? ¿Pues qué hay más sano que obligarte a caminar dos o tres calles de ese barrio hasta llegar al paso de peatones? Si eres ciclista y como tal quieres evitar a toda costa usar la acera, eso te será imposible. Los separadores del carril-bici te obligan a llegar al paso de peatones que te conduce directamente a la acera. Una fantástica forma de animar a los ciclistas a no ocupar el espacio de los viandantes como se pretendía con la nueva normativa.
Esta misma mentalidad del carril bici que molesta se ha realizado también en Diagonal, dejándolos apartados de la acera y, por tanto, de la posibilidad de tomar una de las calles aledañas sin peligro ni complicaciones, dirigiéndoles siempre a los pasos de peatones. No queremos las bicis en las aceras, pero las últimas reformas de Trías no hacen más que dirigirlos a las mismas continuamente. Más triste es aún el carril de les Glòries, entre carriles de servicio y avenida y sin otra posibilidad de salir del mismo que no sea el paso de peatones, además limitando mucho su movilidad para rutas tan sencillas como dirigirse a la avenida Diagonal.
La idea de estos carriles bici es evitar que puedan resultar una molestia para el tráfico, ese es su único propósito. Ya que son más peligrosos para los usuarios de la bici al dejarlos aislados y más molestos para los peatones al obligarles a mezclarse. Son carriles que facilitan que los conductores puedan tomar las direcciones que quieran y que transforman a los que van en bici en una especie de robots de paseo que solo deberían tomar una dirección, ir de principio a fin del mismo carril.
Con estas obras dejan claro que el usuario de la bici es un indeseable, una molestia para todos, no merece estar cerca ni de la acera ni integrarse en el tráfico. Si vas en bicicleta por la ciudad has errado en tu decisión y te lo demuestran dejándote a merced de los vehículos que más rápido transitan y sin posibilidad de huida. Tu tarea es salir de esa avenida junto a los peatones, faltaría más.
Un modelo de tráfico ya existente
Y si alguien tiene dudas de mis palabras que se pase por el cruce de Ronda Sant Pau con Paral·lel y compare el tráfico de ahora con el de antes. Ahora los vehículos son libres de circular a 70 (quien quiera creerse que en estas enormes avenidas circulan a 50 es que no ha visto ni la realidad ni los datos) y tomar la calle a toda velocidad. Ya no se encontrará con peatones o usuarios de la bicicleta que se entrometan en su trayectoria. La ciudad es un conjunto de carreteras y autopistas, eso de las calles para los ciudadanos no gusta, solo hay que ver cómo los taxistas se olvidan de dejar distancia en las calles semipeatonales. Es su terreno, su territorio, su pista de carreras y los demás no pintamos nada. Taxistas que además no conocen ni una sola de las leyes y normativas de tráfico respecto a la bicicleta en la ciudad, algo que me aterroriza porque son supuestos profesionales de la calle.
Pero para qué indignarse. Al fin y al cabo en este país estamos subvencionando con impuestos la fabricación y venta de automóviles desde que empezó la crisis. Sí, al mismo tiempo que recortamos, que echamos funcionarios a la calle, que quitamos servicios de transporte público, gastamos una auténtica barbaridad de dinero en mantener a toda esta industria. Y eso que no me he metido en los problemas graves de déficit comercial que provoca el depender del petróleo extranjero, pero eso es algo que los patriotas con sus vehículos de motor a combustión no les importa. Al fin y al cabo, ellos son los dueños de la ciudad y es algo incontestable. Aunque en Pontevedra se haya demostrado que es mejor apostar por los ciudadanos. Aquí en Barcelona seremos muy Smart, pero no saldremos de esa advertencia: Atención Tráfico, no molesten.
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