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Cine que voy viendo: 20.000 especies de abejas, precioso cuento sobre la identidad

Voy a empezar haciendo lo que nunca se debe hacer, comparar o poner en contexto contra otra obra, pero si había una película que se merecía el último Goya, era 20.000 especies de abejas. Una fantástica pieza que nada perfectamente entre varias corrientes, sirviendo como puerta de entrada a un cine más sutil que deja su mensaje en manos de las acciones y reacciones de sus protagonistas y no de la tendencia cada vez mayor a diálogos sobre expositivos, que tiene algunos.

20.000 especies de abejas es un drama a medio camino entre la discreción de Carla Simón y el estilo indie americano, pero sobre todo es una historia sobre la identidad y la aceptación. Una película que me arrepiento de no haber visto en su estreno.

20.000 especies de abejas y de identidades

La película trata obviamente sobre el descubrimiento familiar de la identidad de una hija trans, ella, como suele ser habitual, está muy por delante de lo que ve su entorno, sin embargo, una larga estancia veraniega servirá para hacer obvio, lo que en realidad lo es. Una madre artista que no consigue superar la larga sombra de su exitoso padre, una abuela que hace del silencio su arma más afilada y una tía abuela que entre sus labores de apicultura y una mentalidad más abierta, guiará poco a poco a todos a entender mejor a la pequeña.

Lo que hay aquí no es un aleccionamiento, a pesar incluso del personaje de la tía abuela abierta de mente (aunque amante de las pseudoterapias y magufadas espirituales varias). Por suerte su papel queda relegado a una mera portera que abre la puerta a los personajes importantes, especialmente a la madre de la niña, que hostigada por una inspiración que nunca llega, está alejando a su hija cuando más lo necesita. Afortunadamente, sus búsquedas de identidad acaban chocando y convergiendo, con uno de los momentos de aceptación más sencillos y bonitos posibles, algo que directamente tiene que ver con la identidad como es el nombre.

Es con pequeños gestos, con interacciones rutinarias y con diálogos algo evidentes de más, pero llenos de sinceridad, que 20.000 especies de abejas consigue superar lo que sería un drama típico de verano y autodescubrimiento, porque aquí el drama es la aceptación, es el papel de la familia más cercana.

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